Asistimos expectantes a la comisión de
investigación sobre el Centro Cultural Oscar Niemeyer en la que se debate la
gestión de sus cuentas y volvemos asistir al enfrentamiento entre los partidos
políticos por ver a quien le reporta mayor rédito el
supuesto despilfarro ocasionado. A los
ciudadanos ante lo visto, sólo nos queda la rabia, la impotencia y la frustración y para tranquilidad de nuestra
conciencia, saber que el genial y generoso arquitecto, Premio Príncipe de
Asturias, ya no está entre los vivos evitándole así, un sufrimiento inmerecido.
Desde su inauguración, el C.C. Oscar Niemeyer fue centro de disputas y
chalaneos, apropiaciones partidistas y escasa transparencia en la gestión de
los dineros públicos. Un proyecto de “factoría cultural” que como una locomotora
daría a la ciudad un impulso económico situando de nuevo a Avilés en el mapa
mundial. A la clase política local, les quedó tan grande el proyecto, que su
comportamiento no distó mucho del de un niño al que se le pone en sus manos un
juguete caro, con la probabilidad de mal utilizarlo y en el peor de los
casos destrozarlo. En mi blog anterior, he defendido la política y la necesidad de
políticos competentes, con capacidad de gestionar el presente, liderar proyectos
de futuro y tener la toma de decisiones orientada a la prosperidad de los ciudadanos. Ahora ya no queda mucho más que hacer, podrán seguir instalados en
la culpa del otro o reflexionar sobre lo ocurrido, tratando por dignidad y
memoria, de devolver a Avilés la ilusión puesta en un proyecto único y
modélico.
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