Estamos en una etapa que roza casi la
crispación hacia la política y es a todas un grave error, la política marca los
presagios de nuestra vida, forma parte de nuestro destino, por tanto sería deseable
un mayor compromiso y por supuesto una mayor participación. Viene a colación esta
reflexión por la noticia que hoy está en los medios sobre la edad de jubilación
que la señora Merkel ha tenido que negociar con sus coaligados socialdemócratas
y que no ha sido ni más ni menos que lo contrario de lo exigido a los países
del sur. Los alemanes se podrán ir a su casa con 63 años, mientras España,
Portugal, Italia y Grecia lo haremos a los 67, de manera progresiva pero a los
67. Es curioso como todo responde a la estrategia de intereses que sea útil a
las fuerzas del poder en un momento determinado, ellos ahora podrán darle
vuelta al argumento y donde era digo, será diego. Por ello entiendo que es
necesaria la política, porque desde esa plataforma se forja el estado del
bienestar, se asegura la educación y la sanidad, la solidaridad en el reparto
de la riqueza, en definitiva, la prosperidad. Ahora la señora Merkel ha
cambiado las reglas del juego en su casa, ya no será 67 ni 65, sino 63 la edad
para jubilarse en su país, simplemente porque es más conveniente políticamente para
ellos, a los vasallos, toca asumir y callar.
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