Asistimos expectantes a la comisión de
investigación sobre el Centro Cultural Oscar Niemeyer en la que se debate la
gestión de sus cuentas y volvemos asistir al enfrentamiento entre los partidos
políticos por ver a quien le reporta mayor rédito el
supuesto despilfarro ocasionado. A los
ciudadanos ante lo visto, sólo nos queda la rabia, la impotencia y la frustración y para tranquilidad de nuestra
conciencia, saber que el genial y generoso arquitecto, Premio Príncipe de
Asturias, ya no está entre los vivos evitándole así, un sufrimiento inmerecido.
Desde su inauguración, el C.C. Oscar Niemeyer fue centro de disputas y
chalaneos, apropiaciones partidistas y escasa transparencia en la gestión de
los dineros públicos. Un proyecto de “factoría cultural” que como una locomotora
daría a la ciudad un impulso económico situando de nuevo a Avilés en el mapa
mundial. A la clase política local, les quedó tan grande el proyecto, que su
comportamiento no distó mucho del de un niño al que se le pone en sus manos un
juguete caro, con la probabilidad de mal utilizarlo y en el peor de los
casos destrozarlo. En mi blog anterior, he defendido la política y la necesidad de
políticos competentes, con capacidad de gestionar el presente, liderar proyectos
de futuro y tener la toma de decisiones orientada a la prosperidad de los ciudadanos. Ahora ya no queda mucho más que hacer, podrán seguir instalados en
la culpa del otro o reflexionar sobre lo ocurrido, tratando por dignidad y
memoria, de devolver a Avilés la ilusión puesta en un proyecto único y
modélico.
viernes, 31 de enero de 2014
jueves, 30 de enero de 2014
Nos engañan...
Estamos en una etapa que roza casi la
crispación hacia la política y es a todas un grave error, la política marca los
presagios de nuestra vida, forma parte de nuestro destino, por tanto sería deseable
un mayor compromiso y por supuesto una mayor participación. Viene a colación esta
reflexión por la noticia que hoy está en los medios sobre la edad de jubilación
que la señora Merkel ha tenido que negociar con sus coaligados socialdemócratas
y que no ha sido ni más ni menos que lo contrario de lo exigido a los países
del sur. Los alemanes se podrán ir a su casa con 63 años, mientras España,
Portugal, Italia y Grecia lo haremos a los 67, de manera progresiva pero a los
67. Es curioso como todo responde a la estrategia de intereses que sea útil a
las fuerzas del poder en un momento determinado, ellos ahora podrán darle
vuelta al argumento y donde era digo, será diego. Por ello entiendo que es
necesaria la política, porque desde esa plataforma se forja el estado del
bienestar, se asegura la educación y la sanidad, la solidaridad en el reparto
de la riqueza, en definitiva, la prosperidad. Ahora la señora Merkel ha
cambiado las reglas del juego en su casa, ya no será 67 ni 65, sino 63 la edad
para jubilarse en su país, simplemente porque es más conveniente políticamente para
ellos, a los vasallos, toca asumir y callar.
martes, 28 de enero de 2014
Recuperar la ilusión...
Recuerdo con lucidez aquel año de
1977, saliendo de una dictadura y tratando de conciliar una sociedad
totalitaria, intransigente, sin capacidad de diálogo y pocas esperanzas de
reconciliación. Sin embargo, todo aquello fructificó y dio como resultado avanzar
hacia un estado democrático, creyendo ingenuamente, que esos valores se adquirirían
con el solo hecho de mentarlos. Lo extraordinario de aquel momento era la
ilusión, no había más que eso, una grandísima ilusión por los nuevos tiempos
que se avecinaban.
Quizás hoy el mayor escollo que
tenemos planteado sea recuperar la ilusión, nos falta alegría, ánimo, somos
incapaces de ver un tiempo para las oportunidades, estamos tan sumergidos en nuestros
problemas del día a día que nos sentimos impotentes y frustrados, lo que
dificulta una verdadera superación de la situación. Podemos, si, porque en el
fondo de cualquier situación, por negativa que esta sea, se sale con actitud
positiva y alianzas que permitan fortalecer estrategias para juntos recuperar la
ilusión.
viernes, 17 de enero de 2014
Comercio local, sí puede...
El comercio no franquiciado ¿tiene
posibilidad de sobrevivir en esta nueva coyuntura económica que vivimos? Es una
pregunta que me hago de forma permanente y que en ocasiones he comentado con
expertos consultores en retail. No obtuve respuestas firmes, comprometidas con
un sí claro y contundente, pero tampoco en sentido contrario. Las “viejas
tiendas” tradicionales de cada ciudad, regentadas por comerciantes de mucho
oficio y larga experiencia, ya son las menos y algunas de ellas desaparecen con
la jubilación al no tener relevo generacional. Los hijos de “aquellos
históricos” hoy se ganan la vida de otra forma, y renuncian seguir haciéndolo tras
un sacrificado mostrador. Recuperar la fidelidad incondicional que el comercio
ha disfrutado en etapas anteriores es imposible. Hoy el cliente tiene mayor
información y más posibilidades de elegir que nunca, por tanto, sólo queda especializarse,
modernizarse y abrirse a las nuevas tecnologías. Nuestra mejor arma competitiva
es la atención al cliente, ninguna franquicia, ni gran superficie o cadena de
tiendas, podrán llegar al nivel de compromiso que la tienda del comercio local
dispensa. El cliente debe entenderlo y percibirlo, valorar esa atención
personalizada y el compromiso del comercio local con la ciudad a nivel de empleo,
fiscalidad, participación en eventos deportivos, sociales etc., Es nuestra
mayor defensa y nuestro reto, hacerles comprender esta realidad y si no lo
hacemos, será un problema
.domingo, 12 de enero de 2014
Lo que no se mejora se degrada
Nos
enfrentamos a un tiempo excepcionalmente competitivo para nuestro comercio
local y no servirán viejas recetas, ni lamentarse de la falta de ayudas y mucho
menos situarse en un limbo a la espera de que escampe. Estos tiempos requieren
esfuerzos y una capacidad de innovación que podría superar nuestras posibilidades.
En este sentido las asociaciones de comerciantes serán quienes tomen el reto
ofreciendo la guía que permita a través del estímulo y elaboración de
estrategias, tomar la senda de la modernidad, el crecimiento y la propia
supervivencia. Las iniciativas personales serían otra de las patas que
soportarían el peso de una estrategia de impulso. Hay que consensuar políticas
de marketing que al pequeño comercio
le situarán en opción de competir y sobre todo, atraer la atención de la
clientela. Las instituciones tienen tendencia al inmovilismos y esto es fatal
en cualquier tiempo pero en el actual puede resultar catastrófico no solo para
la credibilidad propia sino para la justificación de su permanencia, “lo que no se mejora se degrada siempre”
siendo esta verdad una exigencia para quienes ostentan responsabilidades de
representación, sean públicas o privadas. El comercio local debe expandirse, abrirse sin rubor y timidez a las
nuevas tecnologías, aprovechar las redes sociales, crear su propio entorno que
le diferencie de los demás, en una palabra incorporar una globalidad que solo
se la puede ofrecer la red, Internet. El comercio
local debe innovarse, preparar su abordaje a los nuevos clientes que
utilizan la red con descaro y como herramienta imprescindible en la acción de
informarse y adquirir bienes y servicios. El comercio local, debe estructurar sus catálogos en busca de la
especialización y abrirse a un mercado que ya no tiene naturaleza de limitado,
sino universal. El cómo lo consiga será su reto, los clientes solo esperan.
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