Estamos ante un cambio “sistémico” dicen algunos
expertos, es cierto, los cambios sistémicos se producen por agotamiento del
propio sistema y su incapacidad para retroalimentarse. Los cambios tienen el
origen y el final en las mismas consecuencias, usura desmedida, especulación
sin freno, avaricia ciega. No se repara en las consecuencias, si hay fallos no
serán quienes provocan el crack los sufridores, lo serán en mayor medida, las
clases asalariadas, los autónomos, los funcionarios, los pequeños empresarios.
Desde el crack de 1929, hubo periodos alcistas de
bonanza económica que propiciaron crecimientos e incluso aumentos salariales
pero nunca proporcionales a los beneficios empresariales que en los últimos
diez años, acumularon un 23%, mientras
que los salarios lo hicieron en un 3%.
El preconizado cambio sistémico que se nos
presenta, trae como consecuencia nueva vuelta de tuerca a las clases
contribuyentes, una clara reducción del estado del bienestar modelo de vida
hasta entonces de Europa y los países que la componen, cambios profundos más
dolorosos y de graves consecuencias para aquellos países con economías más
supuestamente débiles y casi todos ellos ubicados en la periferia del
continente.
Hay consignas para modificar nuestro modo de vida y
nuestro estado del bienestar, hay que preguntarse por qué y en beneficio de
quien o quienes. Que se pretende hacer, que tipo de sociedad se quiere
construir. Se pretende con la bajada de
impuestos, acaso generar empleo. Falso, no se genera más empleo bajando impuestos,
ni creando una sociedad desigual. Se obtendrá una mayor pobreza y por tanto
inseguridad.
Las medidas que el actual gobierno toma, bajo una
clara directriz del banco europeo (Alemania) es la de someternos a los interés
de la oligarquía financiera y modificar nuestro sistema de vida adocenándonos y
de alguna forma esclavizándonos al servicio de los más poderosos. La educación
se verá seriamente mermada y desprotegida, nuestra cultura clonada e invadida
por movimientos consumistas. Así la nueva ley de comercio prevé una
aniquilación total del comercio convencional, autorizando la ampliación horaria
indiscriminada como la desregulación de los periodos de oferta y rebajas. Se
abre así la posibilidad de mantener los centros comerciales como espacios para
la diversión, el consumo desaforado y la descapitalización de los ciudadanos
incapaces de desprenderse de hábitos de compra compulsivos, que no le harán
jamás libre, sino esclavo de sus adiciones consumistas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario