El precio de la vivienda sigue
descendiendo y alcanza según The Economist un 30% de descenso acumulado desde
el primer trimestre de 2008. Traigo a debate tal depreciación en la vivienda en
comparación con los locales comerciales que por el contrario “resisten” la
inflación en el precio de los alquileres. El inmovilismo de una “burguesía” incapaz
de sentirse concernida por una debacle en la caída del consumo, como el que
sufrimos, da el tono de quien la constituye. Un local comercial cerrado, es una
oportunidad perdida, sin embargo, el arrendador mantiene precios fuera de
mercado como si de economía monopolizada, protegida y cerrada, se tratara. El compromiso
social en este sentido no cuenta, la creación de riqueza y el dinamismo económico
que genere puestos de trabajo no es asunto de quienes atesoran el suelo
comercial urbano. A esto deberíamos añadir la indirecta complicidad de quien
consiente no se ponga en valor superficies comerciales gravando con sobretasas
por mantener suelo comercial inactivo. El capital carece de sentimientos, color
y patria, pero apelo a quienes se postulan públicamente como defensores de la
ciudad en la que nacieron y viven, demandándoles más compromiso y menos
dificultad.
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