Iñaki Azkuna y Adolfo Suárez, se
van casi juntos y nos dejan un modelo de comportamiento ejemplar.
Estamos de paso por esta vida, hay quien estira el “tiempo de
permanencia” un poco más, y quien lo hace un poco menos, el resultado es
idéntico, nacemos con la etiqueta de “perecedero” y por tanto morimos. Quien no
tenga esta verdad absoluta presente, no podrá establecer los límites de su existencia
con racionalidad, se dejará llevar por un exceso de ilusionismo que le
proporcionará más frustración que felicidad. La lucha contra el envejecimiento es
estéril, no produce ningún beneficio al equilibrio emocional, obliga estar
inventariando los inevitables signos que se manifiestan en el físico y lo más
grave, no alimentará con el esfuerzo y la atención debida, el cuidado de sus
valores. La ostentación, ambición, codicia, ocupará parte del esfuerzo y se olvidará
la honestidad, decencia, lealtad como el mejor equipaje que se pueda llevar por
la vida y que se puede dejar como herencia.
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