miércoles, 31 de julio de 2013

Nadie está seguro de nada

La división social que hasta ahora hemos disfrutado se verá modificada, no desaparecerá pero  deberá reconvertirse. Las exigencias serán mayores y el compromiso personal y profesional con los sectores para los que se preste el servicio más tenso. Será quizás la primera vez en nuestra historia reciente en la que profesionales, funcionarios, representantes políticos y sindicales, trabajadores autónomos y por cuenta ajena y ciudadanos en general, tendrán que asumir la obligación que contraen y mostrar una gestión profesional rigurosa y eficaz. Se acaba el tutelaje, se termina el no me lo dijeron, no lo sabía, no es mi problema, no estoy para eso, etc, etc… La responsabilidad se impone con rigor, las escusas quedarán sin validez, solo lo profesional tendrá cabida, la norma escrita será la referencia para actuar, se impondrá el criterio de la eficacia y los resultados que se exijan. Todo se encarecerá, por tanto nuestro tiempo pasa a una cotización real mayor, hasta ahora poco ponderada, se entierran las pérdidas de tiempo inútiles, las conversaciones de tono personal, los dimes y diretes que no hacen sino distraer la tarea para la que nos pagan. No podemos permitirnos cierta relajación al amparo de un paraguas que nos asegure o blinde nuestra posición, ya no existe. Nadie está seguro de nada, solo quienes entienda que los tiempos son otros, que la profesionalidad nos obliga a entregarnos con toda nuestra capacidad al logro. No hay nada de lo que temer, ni siquiera creer que el sistema se ha deshumanizado, solo que toca el tiempo de la responsabilidad y del esfuerzo, del talento y la entrega, de ganarse con honradez y competencia la confianza que sobre nuestro hacer depositen en nosotros, venga esta de donde venga.

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