Ni Renfe, ni Adif, “entes inmateriales,
insensibles, insensatos, irresponsables, etéreos, oníricos, virtuales” a tenor
de su actitud ante lo real, lo dramático, lo trágico, lo fatal de una tragedia
que costó setenta y nueve vidas y más de un centenar de heridos, algunos de
ellos en estado crítico, ha sido suficiente para obtener una dimisión de los
responsables últimos. La curva de la Grandeira en el recorrido de alta
velocidad Ourense-Santiago fue valorada y ponderada por un equipo de “técnicos”
quizás sobre un mapa en un despacho bien equipado con vistas a una plaza
custodiada por árboles cuidados, bancos donde alimentar recuerdos y niños
felices jugando y corriendo tras las palomas, dando por sentado que la curva
señalada en trazo grueso limitándola a 80 km/hora, sería un certificado de
seguridad para los cientos de viajeros que con sus equipajes, preocupaciones, ilusiones
y esperanzas, harían el recorrido cada día ¿Por qué no a 30 km/hora como ahora
se rectifica? ¿Por qué ahora a 5 km antes del lugar fatídico se instala una
limitación de velocidad de 160 km/hora, indicada con un cartelón en la vía?
Ni Julio Gómez-Pomar (Renfe), ni Gonzalo Ferre
(Adif), han tenido la decencia de poner sus cargos a disposición, después de
una comparecencia sin argumentos convincentes, al igual que la ministra Sra. Pastor
¿Por qué deberían hacerlo? El foco ya está puesto sobre Francisco José Garzón,
maquinista desafortunado el Alvia que por un “despiste” tomó la Grandeira a una
velocidad casi tres veces superior a la señalada. Se pudo evitar, si el rigor,
el respeto, la profesionalidad, la prevención hubiera imperado en quienes
ostentan la capacidad para tomar las decisiones acertadas. Este accidente nos
deja de nuevo al descubierto la indefensión, la falta de compromiso, la escasa
calidad democrática de un país al que al ciudadano se le ningunea y regatea sus
derechos. Una decepción más, que hace pensar si nos representa quienes deberían
entender que la Constitución ampara en derechos y señala la soberanía popular,
como eje de convivencia democrática.
Nadie asumirá responsabilidades, Francisco
José Garzón será sacrificado en nombre de víctimas, heridos y demás
incompetentes de Adif, Renfe y Ministerio. El tiempo impondrá el olvido, para
las familias de víctimas y heridos, el dolor. Para el resto, la estadística.
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