Compró la voluntad política a través
de los patrocinios, la prensa con la contratación de grandes campañas
publicitarias, demonizó a los funcionarios con un populismo impropio de países democráticos,
defenestraron a los sindicatos con el argumento perverso de estar a nómina del
poder. Todo esto y más, posicionando a la opinión pública en un estado de
debilidad y agnosticismo, que permitió secuestrar su voluntad sin el mayor
prejuicio ni rubor. Hemos caído en las manos de “los dueños del dinero”, un
ciclo que durará hasta que repercuta en sus intereses y entonces cambiarán la
partitura para imponer otra música que les suene bien.
Necesitamos cada vez más y urgente una
sociedad civil fuerte y bien vertebrada, que se informa y sepa enfrentarse a
los acontecimientos que nos toca vivir. Es necesario disponer de partidos
políticos fuertes y limpios, de sindicatos independientes y autónomos, de
funcionarios organizados, de asociaciones empresariales con objetivos claros proyectados
hacia la creación de empleo, una masa de consumidores exigente e informada, en
definitiva, una sociedad más responsable y reivindicativa, más madura y
democrática, más comprometida e implicada, en esto nos va el tener un estado de
bienestar sólido y duradero.
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