viernes, 29 de marzo de 2013

Bacalao y caras largas...



Recuerdo cuando era niña que lo de la Semana Santa nos traía, misas, rezos, silencios, bacalao y caras largas, al menos en mi barrio, en mi casa. No había nada que celebrar, quizás se comía y se bebía más de lo normal, no había lugares de ocio donde ir, salvo a la Iglesia. Curiosamente he sentido esa misma sensación en el preludio de estas vacaciones, caras largas, serias y no digo de recogimiento porque lo espiritual es una opción más, sino caras de preocupación, de enfado, como si tampoco hubiese nada que hacer, pero esta vez, contra un desmantelamiento generalizado de una forma de vivir digna. A nadie le es ajeno que la calle no está bien, que nos han engañado, manipulado, mal representado y ahora tenemos un problema difícil de solventar. Debemos ganarnos de nuevo la calle, organizarnos como sociedad civil y exigir cambios profundos en este sistema como modelo de representación y convivencia. No podemos seguir ajenos a la indiferencia con que muchos de nuestros conciudadanos actúan. Carecemos de voz que nos represente y nos defienda. Los problemas de trabajadores, autónomos, funcionarios y pensionistas, dejaron de ser preocupación para buscar soluciones a quienes cometieron errores y pretenden salir airosos pasando la factura a quienes solo hemos tenido nuestro trabajo. Este modelo está agotado, necesitamos una política abierta y nominativa, comprometida con quien representa. Llegó el momento de dar protagonismo a los ciudadanos, somos quienes elegimos y por tanto quien exigimos. El movimiento del 15-M gestado por jóvenes que no han pasado una transición, que están libres de perjuicios y de cargas, deben ser los impulsores de una necesaria regeneración democrática y para ello, requiere que se constituyan y se organicen con el fin de obtener la representación que los ciudadanos necesitamos.

jueves, 14 de marzo de 2013

Los ciudadanos, lo último...



El Tribunal de Justicia Europeo, se pronunció en contra de la Ley española sobre deshaucios. Una leve esperanza para esas familias con el corazón encogido ante la inminente amenaza de quedar sin vivienda y sin recursos. Estas familias han sido amparadas y en algunos casos defendidas físicamente, por plataformas o ciudadanos vecinos que se enfrentaron a las autoridades evitando desalojos. El gobierno tendrá que rectificar la ley y ponerla a la altura de los países de nuestro entorno. Si analizamos el fondo de la cuestión, deberíamos de sentir  pena y dolor, ante semejante desamparo. Estamos ante una clase política que se ha preocupado más en blindar sus condiciones y estatus, que en atender la demanda de los ciudadanos representados. Intereses de lobbies y oligarquías financieras han tenido la protección cerrada por los gobiernos en el poder, por encima de la defensa de los ciudadanos.
¿Por qué, este interés en condenarnos a ser ciudadanos de segunda? Acaso no merecemos, por ley igual trato y derechos, que el resto de los ciudadanos europeos y si no preguntémonos ¿por qué pagamos más comisiones bancarias que el resto? ¿por qué las comunicaciones con las operadoras de telefonía, son más caras? ¿por qué nuestros alquileres son proporcionalmente a nuestros salarios, de mayor importe? ¿por qué los espectáculos, cine, teatro y cultura se graba con mayor i.v.a? Hay tantos por qué que solo cabe una contestación: estamos mal representados, mal defendidos, vivimos un despotismo ilustrado intolerable que debemos cambiar, y para ello solo cabe una sociedad civil más crítica.

martes, 5 de marzo de 2013

La calle es nuestra...


La calle da repuestas a todos nuestros deseos y complace nuestros sentidos, en la calle está la vida, el latido de nuestra comunidad. “Hacer la calle”, es una frase manida, prostituida, que aleja el concepto mismo de su verdad y contenido. Es cierto que en la calle estamos todos, los que la respetan y los que la maltratan, pero no le resta un ápice de atractivo. La calle es un espacio común al que hay que volver a ganar. Nuestra ciudad marca como ninguna otra el sentido de convivencia y vecindad, el exponente más claro es la “comida del lunes de Pascua, un acontecimiento único que eleva a sus vecinos a la categoría de personas de talante y ciudadanos amigables de primera.
Son tiempos para puertas abiertas, para el encuentro, para saber y conocer las necesidades de los demás, para compartir, para ayudar. Ha pasado el tiempo engañoso en el que nos creíamos autosuficientes, censurando a quien tenía e ignorando al que no. Dimos la espalda a la calle en toda su extensión para vivir en la clausura que nuestra propia vanidad nos dictó. Lo importante era mostrarse sin que por ello fuera necesario acercarse. La calle es nuestra, la ciudad la hacemos entre todos, en la calle, la diversión está garantizada, es gratis, no contamina, todo lo contrario, humaniza. En la calle está la cultura, la convivencia, la amistad, el sentir, lo común. Ven a la calle es nuestro espacio natural.


lunes, 4 de marzo de 2013

Clavados ante los problemas...


Es cierto que la sociedad se ha inmovilizado, nos hemos quedado “clavados” ante los problemas. De esta situación solo se salva la moraleja, y me temo que esta no es otra que, o te mueves o pasaran por encima de ti. Hay errores que se cometieron en el pasado y cuya factura debemos abonar. La primera fue haber interpretado el valor del cambio del euro con un error inflacionista del sesenta y seis por ciento, el segundo, no vivir la realidad de una economía calentada y especulativa que solo favoreció a las entidades financieras y a sus amparadores (políticos, sindicatos, empresarios y medios de comunicación), cuyos resultados son el empobrecimiento de las clases medias. Ahora llega el momento de la discusión y el arrepentimiento, el tú más y el yo estaba a lo mío, nada sirve y hay quien de nuevo vuelve a lucrarse de la situación arrimando el ascua a su sardina. Voces se levantan denunciando un estado de veto democrático, de votos de ciudadanos que no valen lo mismo unos que otros, que la democracia es vulnerable y manipulable, que los partidos políticos ya no tienen las respuestas a la sociedad. Es posible, hay dudas y cuestionamiento para todos los gustos, pero solo hay una solución: la política y si no es esta, mal vamos.