Recuerdo cuando era niña que lo de la
Semana Santa nos traía, misas, rezos, silencios, bacalao y caras largas, al
menos en mi barrio, en mi casa. No había nada que celebrar, quizás se comía y
se bebía más de lo normal, no había lugares de ocio donde ir, salvo a la
Iglesia. Curiosamente he sentido esa misma sensación en el preludio de estas
vacaciones, caras largas, serias y no digo de recogimiento porque lo espiritual
es una opción más, sino caras de preocupación, de enfado, como si tampoco
hubiese nada que hacer, pero esta vez, contra un desmantelamiento generalizado
de una forma de vivir digna. A nadie le es ajeno que la calle no está bien, que
nos han engañado, manipulado, mal representado y ahora tenemos un problema
difícil de solventar. Debemos ganarnos de nuevo la calle, organizarnos como
sociedad civil y exigir cambios profundos en este sistema como modelo de
representación y convivencia. No podemos seguir ajenos a la indiferencia con
que muchos de nuestros conciudadanos actúan. Carecemos de voz que nos
represente y nos defienda. Los problemas de trabajadores, autónomos,
funcionarios y pensionistas, dejaron de ser preocupación para buscar soluciones
a quienes cometieron errores y pretenden salir airosos pasando la factura a
quienes solo hemos tenido nuestro trabajo. Este modelo está agotado,
necesitamos una política abierta y nominativa, comprometida con quien representa.
Llegó el momento de dar protagonismo a los ciudadanos, somos quienes elegimos y
por tanto quien exigimos. El movimiento del 15-M gestado por jóvenes que no han
pasado una transición, que están libres de perjuicios y de cargas, deben ser
los impulsores de una necesaria regeneración democrática y para ello, requiere
que se constituyan y se organicen con el fin de obtener la representación que
los ciudadanos necesitamos.
viernes, 29 de marzo de 2013
jueves, 14 de marzo de 2013
Los ciudadanos, lo último...
El Tribunal de Justicia Europeo, se pronunció en contra de la
Ley española sobre deshaucios. Una leve esperanza para esas familias con el
corazón encogido ante la inminente amenaza de quedar sin vivienda y sin
recursos. Estas familias han sido amparadas y en algunos casos defendidas físicamente,
por plataformas o ciudadanos vecinos que se enfrentaron a las autoridades
evitando desalojos. El gobierno tendrá que rectificar la ley y ponerla a la
altura de los países de nuestro entorno. Si analizamos el fondo de la cuestión,
deberíamos de sentir pena y dolor, ante
semejante desamparo. Estamos ante una clase política que se ha preocupado más
en blindar sus condiciones y estatus, que en atender la demanda de los
ciudadanos representados. Intereses de lobbies y oligarquías financieras han
tenido la protección cerrada por los gobiernos en el poder, por encima de la
defensa de los ciudadanos.
¿Por qué, este interés en condenarnos a ser ciudadanos de
segunda? Acaso no merecemos, por ley igual trato y derechos, que el resto de
los ciudadanos europeos y si no preguntémonos ¿por qué pagamos más comisiones
bancarias que el resto? ¿por qué las comunicaciones con las operadoras de
telefonía, son más caras? ¿por qué nuestros alquileres son proporcionalmente a
nuestros salarios, de mayor importe? ¿por qué los espectáculos, cine, teatro y
cultura se graba con mayor i.v.a? Hay tantos por qué que solo cabe una
contestación: estamos mal representados, mal defendidos, vivimos un despotismo
ilustrado intolerable que debemos cambiar, y para ello solo cabe una sociedad
civil más crítica.
martes, 5 de marzo de 2013
La calle es nuestra...
La calle da repuestas a todos nuestros deseos y complace
nuestros sentidos, en la calle está la vida, el latido de nuestra comunidad. “Hacer
la calle”, es una frase manida, prostituida, que aleja el concepto mismo de su
verdad y contenido. Es cierto que en la calle estamos todos, los que la
respetan y los que la maltratan, pero no le resta un ápice de atractivo. La calle
es un espacio común al que hay que volver a ganar. Nuestra ciudad marca como
ninguna otra el sentido de convivencia y vecindad, el exponente más claro es la
“comida del lunes de Pascua, un acontecimiento único que eleva a sus vecinos a
la categoría de personas de talante y ciudadanos amigables de primera.
Son tiempos para puertas abiertas, para el encuentro, para saber
y conocer las necesidades de los demás, para compartir, para ayudar. Ha pasado
el tiempo engañoso en el que nos creíamos autosuficientes, censurando a quien
tenía e ignorando al que no. Dimos la espalda a la calle en toda su extensión
para vivir en la clausura que nuestra propia vanidad nos dictó. Lo importante
era mostrarse sin que por ello fuera necesario acercarse. La calle es nuestra,
la ciudad la hacemos entre todos, en la calle, la diversión está garantizada,
es gratis, no contamina, todo lo contrario, humaniza. En la calle está la
cultura, la convivencia, la amistad, el sentir, lo común. Ven a la calle es
nuestro espacio natural.
lunes, 4 de marzo de 2013
Clavados ante los problemas...
Es cierto que la sociedad se ha inmovilizado, nos hemos quedado “clavados”
ante los problemas. De esta situación solo se salva la moraleja, y me temo que
esta no es otra que, o te mueves o pasaran por encima de ti. Hay errores que se
cometieron en el pasado y cuya factura debemos abonar. La primera fue haber
interpretado el valor del cambio del euro con un error inflacionista del
sesenta y seis por ciento, el segundo, no vivir la realidad de una economía calentada
y especulativa que solo favoreció a las entidades financieras y a sus
amparadores (políticos, sindicatos, empresarios y medios de comunicación),
cuyos resultados son el empobrecimiento de las clases medias. Ahora llega el
momento de la discusión y el arrepentimiento, el tú más y el yo estaba a lo
mío, nada sirve y hay quien de nuevo vuelve a lucrarse de la situación arrimando
el ascua a su sardina. Voces se levantan denunciando un estado de veto democrático,
de votos de ciudadanos que no valen lo mismo unos que otros, que la democracia
es vulnerable y manipulable, que los partidos políticos ya no tienen las
respuestas a la sociedad. Es posible, hay dudas y cuestionamiento para todos
los gustos, pero solo hay una solución: la política y si no es esta, mal vamos.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)