Es cierto que la sociedad se ha inmovilizado, nos hemos quedado “clavados”
ante los problemas. De esta situación solo se salva la moraleja, y me temo que
esta no es otra que, o te mueves o pasaran por encima de ti. Hay errores que se
cometieron en el pasado y cuya factura debemos abonar. La primera fue haber
interpretado el valor del cambio del euro con un error inflacionista del
sesenta y seis por ciento, el segundo, no vivir la realidad de una economía calentada
y especulativa que solo favoreció a las entidades financieras y a sus
amparadores (políticos, sindicatos, empresarios y medios de comunicación),
cuyos resultados son el empobrecimiento de las clases medias. Ahora llega el
momento de la discusión y el arrepentimiento, el tú más y el yo estaba a lo
mío, nada sirve y hay quien de nuevo vuelve a lucrarse de la situación arrimando
el ascua a su sardina. Voces se levantan denunciando un estado de veto democrático,
de votos de ciudadanos que no valen lo mismo unos que otros, que la democracia
es vulnerable y manipulable, que los partidos políticos ya no tienen las
respuestas a la sociedad. Es posible, hay dudas y cuestionamiento para todos
los gustos, pero solo hay una solución: la política y si no es esta, mal vamos.
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