Un nombre y unos apellidos, tiene una
página en Facebook, podría ser una persona de las muchas que se socializan a
través de la red, pero no, ella es especial, es de las que no se quedan ni al
margen, ni en la orilla, quizá porque su temperamento no se lo permite. Cruzó
el umbral de la cotidianidad para embarcarse en “hacer algo por los demás”, prueba palpable de su compromiso, lo da
su entrega a los niños saharauis. Hablamos de una mujer que se enfrentó a
pasajes en el camino de la vida, que dejarían a la mayoría orilladas en la
fragilidad mental y en la dependencia personal, a ella, solo la perturbó tener
que apearse por un tiempo de sus actividades para como el “ave fénix” resurgir con la fuerza y el temperamento de quien está
destinada a ser la guía y el ejemplo de muchas, por la fuerza, el tesón, la
entrega y sobre todo, la generosidad. Hablamos de Belén Cueva Carvajal a quien
el pasado fin de semana he tenido oportunidad de acercarme a ella y contagiarme
con su vitalidad, desparpajo y sincera amistad. Gracias Belén, por dejarme ser
tu amiga.
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