Estas vacaciones de Semana Santa, he tenido
la ocasión de escuchar a personas que visitaban la ciudad por primera vez,
incluso por segunda, de lo atractiva que es nuestra villa, de la amabilidad de
sus gentes, la profesionalidad de sus servicios y el magnífico patrimonio
histórico y natural que poseemos sumando a todo ello el Centro Cultural Oscar
Niemeyer, única obra en Europa de tan ilustre arquitecto. Que te alegren los oídos
con halagos, es siempre bien recibido y queremos creer que Avilés lo merece.
Junto estos ilustres visitantes, también “desembarcaron”
nuestros no menos ilustres “paisanos” que por razones varias, residen desde
hace un tiempo fuera de la villa. De ellos no he recogido una sola palabra de
satisfacción, todo lo contrario, Avilés sigue sin remedio siendo una ciudad
triste, envejecida y fuera del circuito de modernidad del mundo, Avilés es para
ellos una carga difícil de llevar y que no merece la pena perder en ella ni un
solo minuto. No hay peor cuña que la de la misma madera, no hay mayor ofensa
que ningunear e ignorar el lugar de procedencia. De que vale el éxito personal
si no somos capaces de aportar a la sociedad lo que ésta en su día nos entregó,
de qué sirve el triunfo si no lo manejamos con generosidad. Avilés, será todo
lo que quienes día a día se esfuerzan en hacerlo mejor, eso es lo que cuenta.
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