miércoles, 31 de julio de 2013

Nadie está seguro de nada

La división social que hasta ahora hemos disfrutado se verá modificada, no desaparecerá pero  deberá reconvertirse. Las exigencias serán mayores y el compromiso personal y profesional con los sectores para los que se preste el servicio más tenso. Será quizás la primera vez en nuestra historia reciente en la que profesionales, funcionarios, representantes políticos y sindicales, trabajadores autónomos y por cuenta ajena y ciudadanos en general, tendrán que asumir la obligación que contraen y mostrar una gestión profesional rigurosa y eficaz. Se acaba el tutelaje, se termina el no me lo dijeron, no lo sabía, no es mi problema, no estoy para eso, etc, etc… La responsabilidad se impone con rigor, las escusas quedarán sin validez, solo lo profesional tendrá cabida, la norma escrita será la referencia para actuar, se impondrá el criterio de la eficacia y los resultados que se exijan. Todo se encarecerá, por tanto nuestro tiempo pasa a una cotización real mayor, hasta ahora poco ponderada, se entierran las pérdidas de tiempo inútiles, las conversaciones de tono personal, los dimes y diretes que no hacen sino distraer la tarea para la que nos pagan. No podemos permitirnos cierta relajación al amparo de un paraguas que nos asegure o blinde nuestra posición, ya no existe. Nadie está seguro de nada, solo quienes entienda que los tiempos son otros, que la profesionalidad nos obliga a entregarnos con toda nuestra capacidad al logro. No hay nada de lo que temer, ni siquiera creer que el sistema se ha deshumanizado, solo que toca el tiempo de la responsabilidad y del esfuerzo, del talento y la entrega, de ganarse con honradez y competencia la confianza que sobre nuestro hacer depositen en nosotros, venga esta de donde venga.

lunes, 15 de julio de 2013

Hay que privatizar el orden...

Asisto atónita durante mi paseo matinal por el Parque de La Ferrera a dos hechos preocupantes por las conclusiones que se extraen. El primero ver como una gaviota entra en el recinto habilitado en el estanque para las aves en crianza y como intimidando a una pata, se lleva su huevo. No he podido evitar gritarle, pero no ha servido de nada. He comprobado que hay menos cría este año y en parte supongo será por la rapiña de esta ave carroñera. La otra llamativa situación es la del mural que sigue (ya van más de cuatro meses) oculto ¿Que nos importa todo esto, verdad? Quizá el ciudadano se hizo resistente a las denuncias, cansado y entregado a dejadez, por impotencia. No importa que las aves no puedan criar porque hay una desmedida población de gaviotas que arruinan la cría de otras aves, no importa que llevemos cubriendo el mural con la sensación de haber caído en olvido, no importa que la calle este copada de niños que siguen jugando al balón hasta altas horas de la noche, molestando a los vecinos y deteriorando el mobiliario urbano, da igual que vecinos poco o nada cívicos se salten a la torera el horario para depositar las basuras, a quién importa que tras un partido de fútbol se lancen bombas de palenque, que esquelas pululen por las esquinas de muros y fachadas, en fin, hay una larga lista y mientras voy escribiendo, más me voy indignando. Las autoridades deben hacer cumplir las normas, deben velar por los intereses de los ciudadanos, de los que pagamos impuestos, cumplimos con las normas cívicas y nos sentimos orgullosos de la ciudad, aunque para ello de deba aplicar con rigor la norma y si procede la sanción, o hay que privatizar el orden para que también resulte eficaz al menos costoso para el bolsillo del ciudadano (aparcamientos, agua etc, etc.). 




jueves, 11 de julio de 2013

El poder del dinero

Compró la voluntad política a través de los patrocinios, la prensa con la contratación de grandes campañas publicitarias, demonizó a los funcionarios con un populismo impropio de países democráticos, defenestraron a los sindicatos con el argumento perverso de estar a nómina del poder. Todo esto y más, posicionando a la opinión pública en un estado de debilidad y agnosticismo, que permitió secuestrar su voluntad sin el mayor prejuicio ni rubor. Hemos caído en las manos de “los dueños del dinero”, un ciclo que durará hasta que repercuta en sus intereses y entonces cambiarán la partitura para imponer otra música que les suene bien.

Necesitamos cada vez más y urgente una sociedad civil fuerte y bien vertebrada, que se informa y sepa enfrentarse a los acontecimientos que nos toca vivir. Es necesario disponer de partidos políticos fuertes y limpios, de sindicatos independientes y autónomos, de funcionarios organizados, de asociaciones empresariales con objetivos claros proyectados hacia la creación de empleo, una masa de consumidores exigente e informada, en definitiva, una sociedad más responsable y reivindicativa, más madura y democrática, más comprometida e implicada, en esto nos va el tener un estado de bienestar sólido y duradero.

 

jueves, 4 de julio de 2013

Falta de liderazgo

Si nuestra visión es cegata y tan corta que no es capaz de traspasar el alto de la Miranda, tenemos un grave problema.
En tiempos como los actuales necesitamos líderes entregados y capaces, que defiendan nuestros intereses con talento y energía.
Tres son las poblaciones que se disputan protagonismo: Avilés, Gijón y Oviedo. Para cada uno de estos núcleos de población, el interés general responde exclusivamente a lo que ocurre en su entorno próximo, olvidando que Asturias como locomotora no puede prescindir de ninguno de sus vagones que configuran un verdadero convoy de carga con fuerte contenido histórico.

Avilés, necesita líderes que impulsen sus iniciativas y creatividad con proyectos ambiciosos, aprovechando su capital humano, fruto de una generación multirracial que aportó una capacidad de innovación encomiable. Avilés necesita reinventarse y salirse de su estado de letargo, de su timidez, de su miedo. Avilés tiene que modificar su actitud, mirar a su pasado no con nostalgia sino como oportunidad. Avilés necesita recuperar su identidad, aprovechar sus capacidades y marcar el paso en la cultura, la innovación y el emprendimiento. Tienen los responsables locales obligación de devolvernos a los avilesinos la autoestima de la que hemos gozado siempre, poniendo cara a Gijón, Oviedo y al resto, sin rencor, ni miedos, tendiendo la mano con el fin único de hacer una Asturias fuerte, pero desde la responsabilidad individual que nos toca.