Es
difícil soportar tantos cambios juntos que no solo afectan a la economía de
cada cual sino que lo hacen también al concepto de convivencia que nos habíamos
dado hasta no hace mucho. Hemos llegado incluso a pensar en la igualdad de
oportunidades como algo ya real en nuestro país. Un nivel de vida aceptable dentro
del entorno europeo y no de comparsa, como era habitual, a pesar de los
incrédulos y escépticos, incapaces de aceptar que lo ocurrido era por méritos
propios. Hace cinco años que entramos en un crack al que solo algunos
iluminados previeron sin que se les hiciera el menor caso. Ahora le echamos
culpas a la clase política, que la tiene en parte, a los empresarios, que
también y a los bancos que han sido los damnificados después de practicar una
política comercial engañosa, poco previsora, opaca y corrupta.
¿Estamos
los ciudadanos de a pié libres de culpa?, pues no, somos parte de ella, mientras
se repartía juego, todos estábamos en la mesa por ver las cartas que nos
tocaban y arriesgar en ellas. Hoy nos damos cuenta que estas estaban marcadas
por quienes tienen el mando y el poder de repartir juego. Nos hemos quedado fuera,
los dueños de la mesa y de las cartas, se han hartado y quieren parar la
diversión, es mucho entretenimiento para quienes al final no entienden de
composturas y buen estilo, se acabó dijo “la banca” ¡no va más! El invento se
nos quedó en las manos y ahora tendremos que idearnos como volver a tener sitio
en esta ruleta.
Pues
quizá no esté todo perdido, somos un pueblo de coraje y de aprendizaje, sabemos
sufrir y sabemos resistir, pero ojo, que nadie menosprecie la capacidad de reacción
de esta sociedad civil que ya exige una refundación de lo establecido, partidos
políticos, sindicatos, asociaciones profesionales… y es que en este país, somos
extremos y cuando hay algo que no funciona, se cambia.
El
2013 nos espera.