Hace tiempo que mantengo una posición discrepante
sobre los conocidos como “mercadillos populares” escasamente regulados y que se
implantan en épocas estivales al albur de las convocatorias festivas. Desde un
tiempo a esta parte los responsables de la administración local, ponen el foco
sobre la posibilidad de hacer caja bajo la fórmula de tasa por instalarse en la
vía pública (a saber control de cuantos y cuantos sin control) sin una
valoración real del perjuicio que al comercio local se le hace, más en épocas
de estrecheces como las que vivimos. Soy una comerciante que defiende su
negocio invirtiendo en acciones para fidelizar y atraer clientes, pagar los
impuestos correspondientes tanto a la administración local como a la Agencia
Tributaria, además algunos de mis colegas mantienen el empleo contribuyendo con
ello al sostenimiento de la sociedad. Pues bien, parece no ser suficiente a
tenor de la lasa actitud con la que se permiten implantaciones masivas de
vendedores que buscan la oportunidad puntual y pasaran sin más huella por
nuestra ciudad, eso sí, habrán puesto artículos a la mano del consumidor sin
garantía de devolución y ni siquiera calidad contrastada.
Poco puede dejar este tipo de mercadillos en
la ciudad salvo un cabreo e indignación de quienes cada día luchamos en la
defensa de los intereses particulares y generales de Avilés. La actual
permisividad con la que la administración local trata estos asuntos, nos obliga
a ser mucho más reivindicativos y exigentes a la hora de examinar los programas
con los que nuestros representantes acuden a las convocatorias electorales. Es
necesario un mayor protagonismo de las asociaciones de comerciantes conjuntamente
con la administración local en estos asuntos en los que tanto nos estamos
jugando: nuestra supervivencia.
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