Debemos integrarnos a lo urbano aprovechando todo lo que una
ciudad en su entorno próximo nos ofrece. Si hay expectativas de cambiar esta
situación económica en la que solo aumenta de forma exponencial el número de
parados no debe ser más que desde un nuevo orden y una nueva predisposición a
comprometerse con nuestra ciudad, nuestra comarca, nuestro país y esto solo
puede conseguirse si hacemos un ejercicio crítico de por qué nos hemos desviado
tan claramente por caminos tortuosos de un bienestar ficticio y dosis
consumistas que nos han puesto al borde de la histeria personal y la quiebra
económica. Es el momento de pensar con racionalidad, dejar las emociones
aparcadas y ponerse a buscar caminos que nos lleven por la senda del
crecimiento y el bienestar. La economía se mueve desde dentro, procurando
micro economías que generen inercias de crecimiento. No ha dado resultado la
guía que se diseñó con el foco puesto en la macro economía. Las grandes obras,
los grades proyectos, las grandes instalaciones, los grandes, en una palabra
fastos, que nos han llevado a una situación de agotamiento financiero por
endeudamiento, al hacer previsiones sobre posibles y no sobre reales
crecimientos.
Volvamos a la racionalidad del consumo basado en cubrir
necesidades con productos que nos garanticen calidad y prestaciones, sepamos de
nuevo valorar las cosas por lo que aportan no solo a quienes las consumen sino
a quien las fabrica, las distribuye y las pone a la venta. Demos oportunidad a
restablecer de nuevo la personalidad individual en las ciudades, a que los
emprendedores sientan la necesidad de arriesgar para llevar su oferta al
mercado, demos oportunidades a quien se esfuerza por hacer un proyecto
respetuoso, sostenible con la ciudad que lo acoge, alejémonos de las grandes
aglomeraciones, de centros con impactos medioambientales que no hacen sino
arrastrarnos con sus campañas a consumos por encima de lo necesario, sin
valorar la conveniencia y la calidad. Artículos muchos de ellos sin referencia en cuanto a las
formas del fabricado, ignorando si la mano de obra utilizada ha sido legalmente
tratada dentro de las condiciones exigidas por la Unesco para evitar se hayan conseguido bajo contratos y
condiciones indecentes.
Sólo así con una mayor conciencia crítica y velando por nuestros
intereses como consumidores, comerciantes, artesanos, profesionales,
emprendedores, empresarios escrupulosos, lograremos remontar e ir saliendo de una
situación difícil y que dejará cicatrices para un largo periodo de tiempo.
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