Les transmito mi
preocupación y pesar, los hombres prejubilados, son un problema, para
ellos y para quienes tenemos que
convivir con ellos.
Habíamos puesto el
foco sobre ese tiempo de disfrute, con los hijos ya emancipados, sin más
cargas, cuando de repente, todo se vino abajo como un casillo de naipes. Resulta
que nuestros maridos, compañeros o como se quieran denominar, pasan ahora a
convertirse en sombra de nosotras y en un personaje alicaído haciéndose
peguntas en cada despertar, si sus erecciones son espontáneas y casuales, cuyo
caso no tienen ya oportunidad. Esta edad, a mitad de vida, les convierte en
dependientes de su pito, así que cualquier actitud está condicionada por la evolución
de la liga de futbol y la de su pene.
Han acumulado un know how en el transcurso de su vida profesional que
deberían poner en valor o franquiciarlo. La sociedad no debería prescindir de
ellos, o pagará en fármacos el precio, porque entre sus paranoias pitopáusicas
y convertidos en una sombra en casa, no mejora ni la salud, ni la economía del
país. Urge poner soluciones, ninguna mujer después de
haber tenido que resolver los problemas familiares en soledad, hijos, colegio, hipoteca,
reuniones de etc, etc.., (él no existía),
puede ahora pasar a libertad vigilada. Créanme,
es de difícil asimilación, duro de digerir y tremendamente injusto.
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