El deseo de conseguir la inmortalidad ha sido y sigue siendo
el sueño de todo ser humano. Hay teorías que avalan tal posibilidad en un
tiempo no muy lejano, tiene que ver en ello la genética y la evolución
científica de la alimentación, Wang Xiaoping en su obra “La Segunda Declaración”
así lo preconiza, un sueño alcanzable a la vuelta de unos cientos de años.
Japón junto con España son los países del mundo de mayor longevidad,
no alcanzaremos la inmortalidad pero vamos camino de ser los primeros en la
competición, claro está con la venia de los políticos conservadores, muy
preocupados por las finanzas.
En Japón, el Partido Liberal Democrático arrasó en las
pasadas elecciones e inmediatamente se ha puesto manos a la obra para
reconducir lo que a su criterio, está llevando al país por el camino de la
bancarrota: “el enorme gasto público”, concretamente el sanitario, así que ante
tal deriva, el ministro de economía Taro Aso, ni corto ni perezoso, ha venido a
decir que los viejos deben ir pensando en morirse y que lo de vivir largo tiempo,
se tiene que ir acabando y se quedó tan pancho.
No sé si es política generalizada de los partidos liberales,
pero se me antoja que esto de los recortes y sobre todo en sanidad, de forma
encubierta, no trae otro objetivo que el de amortizar las rentas pasivas en
esta nuestra España longeva.
Es intolerable que una aspiración legítima de la humanidad a
lo largo del tiempo, como la de alargar la vida, ahora se ve cuestionada por
políticas restrictivas en previsión de adelgazar el estado del bienestar para
contener la presión fiscal y que empresarios, banqueros y políticos, mantengan
su status de poder económico.
Por cierto, el ministro cara dura de Japón, Taro Aso, tiene
setenta y dos años, significa esto que a los precursores de tales normas, no
les afectará estas decisiones ¡faltaría más!