jueves, 24 de enero de 2013

Los viejos deben ir pensando en morirse...



El deseo de conseguir la inmortalidad ha sido y sigue siendo el sueño de todo ser humano. Hay teorías que avalan tal posibilidad en un tiempo no muy lejano, tiene que ver en ello la genética y la evolución científica de la alimentación, Wang Xiaoping en su obra “La Segunda Declaración” así lo preconiza, un sueño alcanzable a la vuelta de unos cientos de años.
Japón junto con España son los países del mundo de mayor longevidad, no alcanzaremos la inmortalidad pero vamos camino de ser los primeros en la competición, claro está con la venia de los políticos conservadores, muy preocupados por las finanzas.
En Japón, el Partido Liberal Democrático arrasó en las pasadas elecciones e inmediatamente se ha puesto manos a la obra para reconducir lo que a su criterio, está llevando al país por el camino de la bancarrota: “el enorme gasto público”, concretamente el sanitario, así que ante tal deriva, el ministro de economía Taro Aso, ni corto ni perezoso, ha venido a decir que los viejos deben ir pensando en morirse y que lo de vivir largo tiempo, se tiene que ir acabando y se quedó tan pancho.
No sé si es política generalizada de los partidos liberales, pero se me antoja que esto de los recortes y sobre todo en sanidad, de forma encubierta, no trae otro objetivo que el de amortizar las rentas pasivas en esta nuestra España longeva.
Es intolerable que una aspiración legítima de la humanidad a lo largo del tiempo, como la de alargar la vida, ahora se ve cuestionada por políticas restrictivas en previsión de adelgazar el estado del bienestar para contener la presión fiscal y que empresarios, banqueros y políticos, mantengan su status de poder económico.
Por cierto, el ministro cara dura de Japón, Taro Aso, tiene setenta y dos años, significa esto que a los precursores de tales normas, no les afectará estas decisiones ¡faltaría más!  



martes, 22 de enero de 2013

Las individualidades nos enriquecen


Somos el motor de la vida, poseemos ese don, y tenemos esa responsabilidad. La energía vital que de forma contagiosa trasmitimos a los demás, cuando ocurre de forma emocional y la complicidad se añade al encuentro, incluso puede surgir el amor. Somos portadores de talento e imaginación, instinto e inteligencia y esto nos convierte en los protagonistas de lo que llamamos sociedad.
Nos organizamos en torno a un urbanismo de calles, avenidas y plazas desde donde convivimos, y nos suministramos de lo necesario. Esto de forma simplificada es la ciudad, la villa, un escenario en el que cada día nos encontramos y nos deseamos buenos días.
Mantener el núcleo central de esta convivencia solo se consigue dándole “vida” a nuestro entorno, hay quien juega a la dispersión, por aquello de un afán especulativo y lograr con ello arrastrarnos a entornos más agresivos, contaminantes e insensibles con el medio ambiente. Estos fenómenos tan degradantes triunfan en las épocas de abundancia, fracasan cuando la racionalidad del consumo, la necesidad de humanizar las relaciones, se impone. La tendencia del retorno a lo convencional, viene por épocas de escasez, quizá como la precedente. Tengámoslo en cuenta y aprovechemos el momento, la vida debe renacer en torno a la ciudad, los servicios están al día, se han actualizado, el comercio, la hostelería, el ocio, es vanguardia, quizá necesitáramos de una coyuntura económica tan baja como la actual, para reconsiderar cierta normalidad y volver a ganar la confianza de los unos con los otros. Ya no más ciudades clónicas, debe emerger espontáneamente la imaginación y la capacidad de los emprendedores para demostrar que las individualidades nos enriquecen y además, son capaces de competir.
Quiero mi ciudad y me esfuerzo por añadir mi creatividad a su oferta comercial.